Personas que viajaron con Marie a Paris

lunes, 30 de abril de 2012

#2.Ni tampoco la mejor limusina es el mejor medio de transporte.






Se levantó temprano, y como casi cada día se asomó a la ventana, se imaginaba ver como la gente corría ajetreada, en cambio, su calle siempre era poco concurrida a horas tan tempranas. Se sirvió una taza de té y se perdió entre la lectura de George Sand. Ya era la hora de salir y sabía que Marco la esperaba. Bajó las escaleras y un -Buenos días princesa- le recibió desde la acera de enfrente. Ella también le saludó aunque más tímidamente. Aunque él le esperaba desde hacía 10 minutos, decidió no replicar y invitarla a pasear en su vespa. El viaje no fue largo, o no se lo pareció a ninguno, es más se les hizo corto. Ella sonreía continuamente y él inconscientemente lo hacía también. Se conocían desde que eran pequeños, se querían, y se estrañaban en la ausencia, lo mínimo que podían hacer era éso. Atravesaron el arco del triunfo, y Marco la acompañó a casa. Él se mostraba distante aquella tarde, o simplemente no tan alegre y risueño como de costumbre. Ella le beso la mejilla y se sacó del bolsillo una antigua cadena de plata. Marco la reconoció, fue un regalo que le hizo tras su decimosexto cumpleaños. Ella insinuó que pronto le tendría que regalar otra, pues su cumple se acercaba. Consiguió que él sonriera nuevamente.

#1.Porque ni mucho menos el mejor lugar de Paris es la torre eiffel.

                                                                                                                                                     

 


Petit  Marie, que anda por las calles de París, que conoces cada una de las góndolas que se postran en las fachadas de sus hermosos edificios. Ahí va, caminando por la  Rue de Rivolí, que divide la ciudad en dos. Entre los soportales de dicha calle, reconoce a Marco, que camina apresurado con una Coca Cola en la mano. Le saluda con la mirada, sabe que su amistad comprende más allá que pararse y interrumpir sus tareas diarias. Una mirada y una sonrisa les basta. Pero de repente, su mirada fue captada, como de costumbre por su gran heroína, la doncella de Orléans, Jeanne d'Arc, Juana de Arco, cuya estatua se encuentra sobre su pedestal de roble,  tal y cómo había estado siempre. Fue una mujer que lucho, que se enfrentó a la vida y que creyó en sí misma firmemente y la mataron justamente por éso, por ser fiel a sí misma, era digna de admirar.